San JosŽ, Costa Rica, Viernes 01 de setiembre de 2011

EL MINISTERIO PòBLICO NECESITA UN CAMBIO

Jorge Chavarr’a *

Sin duda alguna, uno de los valores b‡sicos de la democracia, como sistema pol’tico favorecedor del crecimiento humano en libertad, a partir del reconocimiento de su dignidad como persona, es la legalidad. El nexo funcional-estructural entre legalidad y democracia es verificable mediante el hecho de que su falta o su debilitamiento resultan siempre en la imposici—n autoritaria y opresora de la voluntad de quien goza de alguna forma de poder frente a los otros, entre ellos del poder criminal.

Nuestro pa’s est‡ inserto en una regi—n que transita peligrosamente hacia la imposici—n del poder de grupos y redes criminales con enormes capacidades de infiltraci—n en la sociedad civil, las instituciones militares, policiales, judiciales, pol’ticas y administrativas, las cuales a su vez parecen no superar las serias dificultades para hacer cumplir las leyes, rodeadas adem‡s, de un ambiente de pŽrdida de credibilidad y una creciente desconfianza del ciudadano.

La estrategia regional planteada en CentroamŽrica y en MŽxico se basa en la confrontaci—n militar de las redes criminales actuales y a eso se est‡n destinando, en gran parte, los recursos internacionales. Costa Rica, en ese contexto, es un pa’s que ha renunciado al ejŽrcito y que no quiere renunciar a su democracia ni a su vida civilista. La presi—n militar esperable de nuestros vecinos sobre las redes criminales es, sin duda alguna, un riesgo que se suma para favorecer el incremento de la actividad y presencia de narcotraficantes internacionales en nuestro territorio. Frente a esa realidad es impensable continuar con un Ministerio Pœblico con el modelo actual. Se requiere por el contrario, de un —rgano fortalecido, con su propia administraci—n, que seleccione, capacite y mantenga actualizados a sus fiscales de manera oportuna, vinculados por una carrera fiscal que impida su deserci—n; que planifique y ejecute su presupuesto de acuerdo con las necesidades sociales surgidas de la vulnerabilidad impuesta por la criminalidad.

Si queremos conservar nuestra democracia debemos redoblar nuestro esfuerzo en afirmar la legalidad, tanto frente a los poderes formales como frente a los informales y paralelos, que se apropian de los —rganos pœblicos a travŽs de la corrupci—n, que descomponen en el tejido social la cultura de acatamiento de las normas como valor individual y colectivo, y que contribuyen convenientemente a crear una institucionalidad ineficiente, previsiblemente ineficaz y sometida a la satisfacci—n de intereses criminales particulares. Hoy d’a es impensable que se puedan enfrentar los efectos de la criminalidad regional y global sin un Poder Judicial fortalecido, pero igualmente, sin un Ministerio Pœblico renovado que haga posible la aplicaci—n de la ley a travŽs de una eficiente investigaci—n junto con la Polic’a. Mantener al Ministerio Pœblico con las limitaciones actuales frente a las amenazas regionales y globales es un contrasentido en un pa’s que se autoproclama como democr‡tico, sin hombres en las armas y que ha tendido, como vocaci—n hist—rica, al acatamiento de las normas y a la paz.

En lo inmediato, pese a las debilidades y dificultades que enfrentamos hemos se–alado cuatro l’neas de acci—n con el fin de enfrentar las manifestaciones de la criminalidad:

1.– Desarrollar una estrategia de intolerancia a cualquier forma corrupci—n a lo interno y a lo externo.

2.– Desarrollar una estrategia de abordaje local de la criminalidad junto con el Organismo de Investigaci—n Judicial y la Fuerza Pœblica en cada provincia del pa’s.

3.– Desarrollar una estrategia centralizada y nacional de abordaje de las diversas manifestaciones de la delincuencia organizada.

4.– Contener y reducir el circulante con el fin de hacer factible la eficacia en el abordaje de los fen—menos criminales.

Hoy, hemos querido centrar esta actividad de celebraci—n de un a–o m‡s de la creaci—n del Ministerio Pœblico, en el reconocimiento al talento y a la dedicaci—n de nuestros fiscales, asistentes y auxiliares judiciales, quienes desde todos los rincones del pa’s han contribuido, pese a las dificultades, a lograr resultados exitosos, algunos de los cuales han trascendido nuestras fronteras y de los cuales nos sentimos muy orgullosos.

En el avance de la Pol’tica de Persecuci—n planteada, menci—n especial merecen por su trabajo en equipo y compromiso, las Fiscal’as del Segundo Circuito Judicial de San JosŽ, las Fiscal’as Especializadas en Delitos contra la Propiedad, Delitos Varios y Delitos contra la Vida, del Primer Circuito de San JosŽ, la Fiscal’a de Hatillo, del Tercer Circuito Judicial de San JosŽ, la Fiscal’a de Tr‡mite R‡pido de San JosŽ, la Fiscal’a de Heredia, la de PŽrez Zeled—n y la de Ca–as. Especial menci—n requiere la Fiscal’a Adjunta de Penal Juvenil por el abordaje estratŽgico de la criminalidad, la disminuci—n de la impunidad y la aplicaci—n de la justicia restaurativa.

Como pa’s enfrentamos en esta materia nuevos y grandes retos, pero igualmente contamos con la madurez institucional y el talento individual para superarlos sin perder nuestra identidad. Parte de ese talento, del que nos sentimos orgullosos, es el que hoy quiero presentarles personalmente a todos ustedes.


* Fiscal General